Murió Eduardo "Cachorro" Benítez, un referente del básquet de la ciudad. Vistió las camisetas de Católica y Kimberley y tuvo un paso fugaz por la Selección Argentina.
Una triste noticia sacudió al básquetbol marplatense. En la madrugada de este domingo falleció Eduardo “Cachorro” Benítez (68 años), el pivote y capitán de la inolvidable selección marplatense que ganó por primera vez un Provincial en 1982, campeón en la órbita de la AMB repetidamente con Kimberley durante la década del ’80.
Sus restos serán velados este lunes, de 9 a 14, en Piovano (3 de Febrero 3636).
Llegado desde Defensores de Santos Lugares en 1979 para sumarse a Juventud Católica, con su imponente altura y calidad dominó el básquetbol marplatense hasta que decidió dejar la actividad.
En una nota publicada por el diario LA CAPITAL hace algunos años, recordando aquella selección marplatense de comienzos de los ochenta, otro grande del básquetbol de esta ciudad, Juan Rey, hizo una buena pintura del significado de la irrupción de “Cachorro” en Mar del Plata. “Hubo un antes y un después de Cachorro Benítez en la selección de Mar del Plata. ¿Por qué? Antes de su llegada, se atacaba con tres de afuera, el base y dos ayudas. Un cuatro, que podía ser, por ejemplo, Miguel Muñiz, que buscaba la línea de fondo, y el pivote era Nando Díaz, un magnífico jugador, pero que le gustaba abrirse para buscar el tiro exterior. Cuando viene Cachorro cambia completamente, Nando Díaz pasa a jugar de ‘4’ y el equipo ya era más natural. Nunca habíamos tenido un grande como él”, dijo aquella vez.
Integró varias selecciones marplatenses. Pero su gran aporte a la “Roja” lo dio en el Provincial de 1982 y especialmente en la recordada final ante Bahía Blanca, cuando con Ottón Jascowsky causaron estragos en la pintura bahiense.
Benítez marcó una época en el básquetbol marplatense. Físicamente, con sus 2,05 metros, no tenía contra. Sólo un extranjero podía equipararlo. Pero, además, jugaba muy bien. Había integrado varias Selecciones Argentinas en los primeros años de la década del ’70 (jugó Sudamericanos y los Panamericanos de 1971 en Cali) y llegó a actuar para Obras Sanitarias -además lo hizo en Comunicaciones- en el ámbito de la Federación Metropolitana. Cuando Obras comenzaba a cimentar su poderío.
En Mar del Plata jugó un par de años en Juventud Católica y luego pasó a Kimberley. Entre 1981 y 1984 ganó seis títulos consecutivos de la Asociación local -Oficial 1981, Preparación 1982, Oficial 1982, Preparación 1983, Oficial 1983 y Preparación 1984- y, además, el campeonato Preparación 1987.
Aquel Kimberley de Benítez, integrado sólo por criollos -Muñoz, Pérez, Juanicotena, Fortete, los hermanos Aboy, Tortosa, Gonzaga y Costa, entre otros-, era tan bueno que logró superar durante esos tres años a rivales que contaban refuerzos extranjeros. Como a Quilmes en 1981 (con el uruguayo Javier Sosa y el estadounidense Bob Misevicius) o a Peñarol (con los yanquis Eugene Holloway y Donald Baker) en 1983.
“Cachorro”, además, se desempeñó fugazmente como entrenador. Pero después de su retiro se dedicó al ejercicio de su profesión de ingeniero. Enamorado de Mar del Plata, como muchos otros, ya nunca se fue de la ciudad.
A causa de problemas físicos, Benítez -fugazmente pasó por la Maxi Liga- no podía ni prenderse en partidos de veteranos. En el último mes de febrero, en una entrevista concedida al programa televisivo “Tiempo de Básket” de Alejandro “Chiche” Furman, confesó: “Me siento tan jugador de básquetbol todavía que tengo un par de sueños muy recurrentes. En uno de ellos voy a jugar un partido con amigos, abro el bolso y no encuentro las zapatillas…En el otro, estoy en un gimnasio, cambiado, voy a entrar a la cancha, doy unos pasos y nunca termino de ingresar. Es como si el inconsciente me recordara siempre que quiero seguir jugando”.
Su corazón de basquetbolista dijo basta. Significó mucho para este deporte en Mar del Plata. Se lo recordará más todavía.